Yo tengo dos formas de ser: Hablo sin parar, o no digo absolutamente nada. No hay un punto medio.
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Llevamos tanto tiempo sin hablar que ya he perdido la cuenta de las horas que me dueles. Pero lo más jodido es que parece no importarte, parece que yo ya no te importo. Desde que te va bien ya no me necesitas para nada; yo por desgracia sigo queriéndote para todo. Seguramente ya ni siquiera pienses en mí y es injusto porque tú estás en mi cabeza todo el tiempo. Estoy empezando a cansarme de esperar mensajes tuyos que nunca llegan y de romperme un poco más al darme cuenta de que te estás convirtiendo en un recuerdo. No se me da bien engañarme, por mucho que pensara en que tal vez nuestra historia cumpliera los requisitos de un “para siempre”, la realidad supera a los cuentos. Pero así es la vida ¿No? Supongo que la distancia hace más fácil el olvido.
